
Quiero iniciar esta introducción, diciendo que cree esta
página Web acerca de la vida del Señor Jesucristo por la
gran necesidad de conocerle de una manera más profunda.
En los inicios de mi Cristianismo, mi conocimiento
acerca de la vida y la obra del Señor Jesucristo fue muy
superficial y limitado. Desafortunadamente, las iglesias
en las que tuve la oportunidad de asistir, dedicaban, la
mayor parte, su esfuerzo, a enseñar temas acerca de la
doctrina del Señor Jesucristo, pero desafortunadamente
se predicaba poco acerca de Su vida y Su obra.
Si bien es cierto que se mencionaba el nombre del Señor
Jesucristo con frecuencia, también es cierto que se
compartía poco de su increíble carácter, que fue en
realidad, el que trajo el fundamento para lo que
nosotros conocemos como “La Era Moderna”.
Por años he visto cómo la Iglesia moderna canaliza la
atención de su predicación a la enseñanza de Jesucristo,
y a lo que puede lograr un ser humano.
Frecuentemente ponemos más atención hacia un predicador,
o un hombre de fe, por los logros que éstos han
alcanzado, o por las maravillas que se manifiestan a
través de sus ministerios. Pocas veces nos ponemos a
pensar que el responsable de que ocurran maravillas y
milagros es Jesucristo, y no la habilidad de algún
predicador o ministro.
Jesús fue claro y específico, al recomendarnos que
pusiéramos nuestra atención en Él.
Y Yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a
mí mismo.
Juan 12:32
Sinceramente creo que los creyentes hemos equivocado el
rumbo, y muchas veces alabamos más el don, o la
manifestación de los dones espirituales, que ocurren en
una persona, que al Señor Jesucristo mismo.
¡Jesucristo es el responsable de que las manifestaciones
de poder sucedan; no nosotros! En la medida que me he
profundizado en el estudio de Su vida, me doy cuenta que
soy irrelevante para su manifestación.
En realidad, sólo soy responsable de presentarlo a Él. Y
cuando Él se hace presente, ocurren cosas maravillosas.
Después de todo, fue Él quien nos prometió descanso,
paz, provisión, una vida nueva y muchas cosas más.
Recuerde: Él fue quien se comprometió a suplir las
necesidades del ser humano, y no nosotros.
Por años me sentí de alguna manera responsable, porque
ocurrieran cosas maravillosas y milagrosas en los
momentos que yo compartía el Evangelio.
Ahora ya no pienso así, pues estoy convencido que dentro
del ser humano no existe poder para poder cumplir lo que
Jesucristo prometió.
Las promesas que el Señor Jesús hizo son enormes, y sólo
Él las puede cumplir.
Ahora entiendo que sucederán abundantes prodigios y
milagros con tan solo levantarlo a Él, y recordar lo que
Él prometió.
Aún recuerdo con claridad el día que Dios empezó a
cambiar todo mi sistema de creencias con respecto al
Señor Jesucristo. En aquel entonces vino a nuestra
ciudad un predicador; lo que él dijo cambió el rumbo de
mi vida cristiana. Este predicador nos retó a orar todos
los días la oración que el Apóstol Pablo dejó escrita en
la epístola a los efesios:
Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de
nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda
familia en los cielos y en la tierra, para que os dé,
conforme a las riquezas de su gloria, el ser
fortalecidos con poder en el hombre interior por su
Espíritu. Para que habite Cristo por la fe en vuestros
corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en
amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos
los santos, cuál sea la anchura, la longitud, la
profundidad y la altura. Y de conocer el amor de Cristo,
que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de
toda la plenitud de Dios.
Efesios
3:14-19
La verdad de esta porción de La Escritura quedó grabada
con fuego en mi corazón, y practiqué esta oración por
más de seis años. Y aparentemente en ese tiempo no
recibí ninguna respuesta a la misma.
Muchas veces Dios contesta nuestras oraciones, pero de
una manera totalmente diferente a la que esperamos.
Francamente no me daba cuenta que el Espíritu de Dios me
iba guiando hacia la persona de Jesucristo de una manera
que no podía percibir. Por ejemplo: En ese tiempo pude
percibir por primera vez la pasión que tuvo la Iglesia
primitiva para predicar el mensaje del Señor Jesucristo.
Y cómo ellos, en tan solo 300 años, conquistaron los
corazones de los ciudadanos de uno de los imperios más
corruptos que han existido.
Asimismo, me di cuenta que los evangelios no eran otra
cosa más que cuatro puntos de vista diferentes de ver la
persona del Señor Jesucristo, y que podían ser ordenados
en forma cronológica.
También, en esos años me nació el deseo de hacer viajes
a Israel. Y para no hacer larga la historia, debo
reconocer que el Señor comenzó a contestar mi oración.
De conocerle a Él de maneras inesperadas.
Sin embargo, no fue hasta que me cambié a la ciudad en
la que ahora vivo, que Dios me permitió iniciar mi
búsqueda personal de Jesucristo.
En ese período de mi existir me dediqué a leer cientos
de veces los evangelios, y decidí unir los cuatro
evangelios en uno, y en la medida que lo hacía, una
fascinación por conocer la vida y la obra el Señor
Jesucristo comenzó a dominar mi vida.
Mientras más estudiaba los evangelios, más me daba
cuenta que la religiosidad, la mala información y las
tradiciones habían sepultado gran parte de la
personalidad y el carácter del Hijo de Dios.
De ese primer esfuerzo de investigación, nació el primer
libro acerca de la vida y la obra
del Señor Jesucristo. Y con vergüenza declaro que en
ese lapso de mi existencia, fue la primera vez que pude
reconocer conscientemente la grandeza del Señor Jesús, y
que deseaba que Él gobernara mi vida.
A ese libro le siguió otro, y ahora mismo estoy
trabajando en el tercero y cuarto; espero en Dios que
para el final del año 2013, haya terminado mi séptimo
libro acerca de la vida y la obra de Jesucristo.
Lo único que puedo decirle es que entre más estudio la
vida del Señor, más hambre se despierta en mí por
conocerle de una manera más profunda. Y entre más me
profundizo en mis investigaciones acerca de Él, más me
doy cuenta de la mala información que existe acerca de
Su vida y obra.
Para poder explicar de una manera gráfica la gran
desinformación que existe acerca de la persona de
Jesucristo, escogí un cuadro, pintado por un de los
grandes genios de la pintura universal. En la siguiente
sección veremos de nuevo la representación de La Santa
Cena, cuya autoría se le atribuye a Leonardo Da Vinci.

Por mucho tiempo esta pintura me deslumbró, y lejos
estaba yo de imaginarme que lo que se presenta aquí es
sólo una completa distorsión de ese momento tan especial
que vivió El Maestro con sus primeros seguidores.
Por mencionar algunas distorsiones, empezaré diciendo
que el ropaje de los discípulos, y del mismo Jesucristo,
era cien por ciento europeos. Los judíos del siglo I
jamás se vistieron de esta manera, y menos usaron ese
tipo de tela y colores.
En la pintura también se puede ver al Señor Jesús,
sentado a la mesa. Para el que no sepa, este tipo de
mesas no se usaban para celebrar La Pascua entre los
judíos en esa época.
Otra distorsión que podemos observar es que en la mesa
se encuentra pan con levadura, lo cual estaba
completamente prohibido para la celebración de la fiesta
de La Pascua.
Asimismo, podemos ver que por su aspecto, los discípulos
de la pintura podían tener fácilmente entre 30 y 60
años. Si uno estudia la Biblia, y las costumbres
culturales de esa época, se dará cuenta fácilmente que
al momento que los Rabís escogían a sus discípulos,
éstos no pasaban la edad de los 18 años.
Finalmente, puedo decir que la mayoría de los discípulos
son representados con rasgos europeos, y no semíticos.
Como puede ver, Leonardo Da Vinci pintó a Jesucristo de
acuerdo a su percepción y conceptos culturales. Pero…
¿Era realmente Jesucristo como lo pintó Da Vinci? La
respuesta definitiva es… ¡No!
Leonardo da Vinci pintó a Jesucristo de acuerdo a su
imaginación, su realidad y sus conceptos culturales.
Para nuestra desgracia, puedo decir que a lo largo de
estos 2 mil años han surgido muchos “Leonardos”, que han
descrito a Jesucristo de acuerdo a su imaginación y
concepto propios.
El objetivos de esta página y los productos que se
ofrecen en ella es llevarlo a usted a una “excavación
arqueológica e histórica” (por llamarla de alguna
manera), para que juntos descubramos la verdadera
personalidad del Maestro.
Y que quede claro, no pretendo saberlo todo en cuanto a
Su vida. De hecho, siento que me queda muchísimo por
aprender acerca de la vida y la obra del Maestro, y que
en el tiempo que me queda de vida no terminaré de
conocerlo.
No obstante, si logro despertar el hambre en otras
personas, por hacer lo mismo que estoy realizando, me
daré por satisfecho.
Siento una enorme necesidad, porque los cristianos de la
época moderna vuelvan a encontrarse con el Jesucristo
que vivió hace más de 2 mil años. ¿Y por qué no? también
con el Cristo resucitado.
Estoy seguro que la combinación del conocimiento de
estos dos aspectos de la persona del Señor Jesucristo
nos llevará a una reforma de pensamiento y
comportamiento que nos permitirá culminar la obra de
Jesucristo en el tiempo que nos ha tocado vivir.
Necesitamos levantar la cosecha de almas, y jamás
podremos hacerlo de una manera efectiva si ignoramos o
tratamos de una manera superficial la persona de
Jesucristo.
En la medida que estudio las cartas del Apóstol Pablo,
me doy cuenta que él sentía la misma necesidad que un
servidor.
De hecho, fueron las verdades que encontré en las
epístolas paulinas las que me han llevado a querer
consumir los años de mi vida en el estudio de la vida y
la obra de Jesucristo.
El Apóstol Pablo, en su epístola a los colosenses, deja
ver claramente la gran lucha que sostenía para que los
creyentes llegaran a conocer a Jesucristo.
Porque quiero que sepáis cuán gran lucha sostengo por
vosotros, y por los que están en Laodicea, y por todos
los que nunca han visto mi rostro. Para que sean
consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar
todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de
conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo, en
quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría
y del conocimiento.
Colosenses 2:1-3
En Filipenses encontramos la razón que tenía el Apóstol
Pablo para vivir:
Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he
estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente,
aun estimo todas las cosas como pérdida por la
excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor,
por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por
basura, para ganar a Cristo.
Filipenses 3:7-8
Necesitamos revivir la pasión que movía al Apóstol
Pablo. Y esa pasión jamás podrá ser revivida si no
dedicamos tiempo a conocer al Señor Jesucristo. Es mi
deseo que esta página despierte el hambre en usted, de
conocerle a Él más cada día.
Así que lo invito a que la explore con atención y mucho
cuidado. Pues deseo, con todo mi corazón, que Dios lo
llene de la revelación del amor de su Hijo Jesucristo. Y
si tiene algo que aportar para el engrandecimiento del
conocimiento del Hijo de Dios, pues le invito a
colaborar con esta página. Solo envíeme su artículo a
través de nuestro correo electrónico y si llena los
criterio para ser publicado, sin duda que lo será.
Dr. Elio Rivera.
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