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Índice:
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PABLO,
apóstol, (no de los hombres ni por
hombre, mas por Jesucristo y por
Dios el Padre, que lo resucitó de
los muertos),
-
Y todos
los hermanos que están conmigo, á
las iglesias de Galacia:
-
Gracia
sea á vosotros, y paz de Dios el
Padre, y de nuestro Señor
Jesucristo,
-
El cual
se dió á sí mismo por nuestros
pecados para librarnos de este
presente siglo malo, conforme á la
voluntad de Dios y Padre nuestro;
-
Al cual
sea la gloria por siglos de siglos.
Amén.
-
Estoy
maravillado de que tan pronto os
hayáis traspasado del que os llamó á
la gracia de Cristo, á otro
evangelio:
-
No que
hay otro, sino que hay algunos que
os inquietan, y quieren pervertir el
evangelio de Cristo.
-
Mas aun
si nosotros ó un ángel del cielo os
anunciare otro evangelio del que os
hemos anunciado, sea anatema.
-
Como
antes hemos dicho, también ahora
decimos otra vez: Si alguno os
anunciare otro evangelio del que
habéis recibido, sea anatema.
-
Porque,
¿persuado yo ahora á hombres ó á
Dios? ¿ó busco de agradar á hombres?
Cierto, que si todavía agradara á
los hombres, no sería siervo de
Cristo.
-
Mas os
hago saber, hermanos, que el
evangelio que ha sido anunciado por
mí, no es según hombre;
-
Pues ni
yo lo recibí, ni lo aprendí de
hombre, sino por revelación de
Jesucristo.
-
Porque
ya habéis oído acerca de mi conducta
otro tiempo en el Judaismo, que
perseguía sobremanera la iglesia de
Dios, y la destruía;
-
Y
aprovechaba en el Judaismo sobre
muchos de mis iguales en mi nación,
siendo muy más celador que todos de
las tradiciones de mis padres.
-
Mas
cuando plugo á Dios, que me apartó
desde el vientre de mi madre, y me
llamó por su gracia,
-
Revelar
á su Hijo en mí, para que le
predicase entre los Gentiles, luego
no conferí con carne y sangre;
-
Ni fuí á
Jerusalem á los que eran apóstoles
antes que yo; sino que me fuí á la
Arabia, y volví de nuevo á Damasco.
-
Depués,
pasados tres años, fuí á Jerusalem á
ver á Pedro, y estuve con él quince
días.
-
Mas á
ningún otro de los apóstoles vi,
sino á Jacobo el hermano del Señor.
-
Y en
esto que os escribo, he aquí delante
de Dios, no miento.
-
Después
fuí á las partes de Siria y de
Cilicia;
-
Y no era
conocido de vista á las iglesias de
Judea, que eran en Cristo;
-
Solamente habían oído decir: Aquel
que en otro tiempo nos perseguía,
ahora anuncia la fe que en otro
tiempo destruía.
-
Y
glorificaban á Dios en mí.
-
DESPUÉS,
pasados catorce años, fuí otra vez á
Jerusalem juntamente con Bernabé,
tomando también conmigo á Tito.
-
Empero
fuí por revelación, y comuniquéles
el evangelio que predico entre los
Gentiles; mas particularmente á los
que parecían ser algo, por no correr
en vano, ó haber corrido.
-
Mas ni
aun Tito, que estaba conmigo, siendo
Griego, fué compelido á
circuncidarse.
-
Y eso
por causa de los falsos hermanos,
que se entraban secretamente para
espiar nuestra libertad que tenemos
en Cristo Jesús, para ponernos en
servidumbre;
-
A los
cuales ni aun por una hora cedimos
sujetándonos, para que la verdad del
evangelio permaneciese con vosotros.
-
Empero
de aquellos que parecían ser algo
(cuáles hayan sido algún tiempo, no
tengo que ver; Dios no acepta
apariencia de hombre), á mí
ciertamente los que parecían ser
algo, nada me dieron.
-
Antes
por el contrario, como vieron que el
evangelio de la incircuncisión me
era encargado, como á Pedro el de la
circuncisión,
-
(Porque
el que hizo por Pedro para el
apostolado de la circuncisión, hizo
también por mí para con los
Gentiles;)
-
Y como
vieron la gracia que me era dada,
Jacobo y Cefas y Juan, que parecían
ser las columnas, nos dieron las
diestras de compañía á mí y á
Bernabé, para que nosotros fuésemos
á los Gentiles, y ellos á la
circuncisión.
-
Solamente nos pidieron que nos
acordásemos de los pobres; lo mismo
que fuí también solícito en hacer.
-
Empero
viniendo Pedro á Antioquía, le
resistí en la cara, porque era de
condenar.
-
Porque
antes que viniesen unos de parte de
Jacobo, comía con los Gentiles; mas
después que vinieron, se retraía y
apartaba, teniendo miedo de los que
eran de la circuncisión.
-
Y á su
disimulación consentían también los
otros Judíos; de tal manera que aun
Bernabé fué también llevado de ellos
en su simulación.
-
Mas
cuando vi que no andaban
derechamente conforme á la verdad
del evangelio, dije á Pedro delante
de todos: Si tú, siendo Judío, vives
como los Gentiles y no como Judío,
¿por qué constriñes á los Gentiles á
judaizar?
-
Nosotros
Judíos naturales, y no pecadores de
los Gentiles,
-
Sabiendo
que el hombre no es justificado por
las obras de la ley, sino por la fe
de Jesucristo, nosotros también
hemos creído en Jesucristo, para que
fuésemos justificados por la fe de
Cristo, y no por las obras de la
ley; por cuanto por las obras de la
ley ninguna carne será justificada.
-
Y si
buscando nosotros ser justificados
en Cristo, también nosotros somos
hallados pecadores, ¿es por eso
Cristo ministro de pecado? En
ninguna manera.
-
Porque
si las cosas que destruí, las mismas
vuelvo á edificar, transgresor me
hago.
-
Porque
yo por la ley soy muerto á la ley,
para vivir á Dios.
-
Con
Cristo estoy juntamente crucificado,
y vivo, no ya yo, mas vive Cristo en
mí: y lo que ahora vivo en la carne,
lo vivo en la fe del Hijo de Dios,
el cual me amó, y se entregó á sí
mismo por mí.
-
No
desecho la gracia de Dios: porque si
por la ley fuese la justicia,
entonces por demás murió Cristo.
-
¡OH
Gálatas insensatos! ¿quién os
fascinó, para no obedecer á la
verdad, ante cuyos ojos Jesucristo
fué ya descrito como crucificado
entre vosotros?
-
Esto
solo quiero saber de vosotros:
¿Recibisteis el Espíritu por las
obras de la ley, ó por el oir de la
fe?
-
¿Tan
necios sois? ¿habiendo comenzado por
el Espíritu, ahora os perfeccionáis
por la carne?
-
¿Tantas
cosas habéis padecido en vano? si
empero en vano.
-
Aquel,
pues, que os daba el Espíritu, y
obraba maravillas entre vosotros
¿hacíalo por las obras de la ley, ó
por el oir de la fe?
-
Como
Abraham creyó á Dios, y le fué
imputado á justicia.
-
Sabéis
por tanto, que los que son de fe,
los tales son hijos de Abraham.
-
Y viendo
antes la Escritura que Dios por la
fe había de justificar á los
Gentiles, evangelizó antes á
Abraham, diciendo: En ti serán
benditas todas las naciones.
-
Luego
los de la fe son benditos con el
creyente Abraham.
-
Porque
todos los que son de las obras de la
ley, están bajo de maldición. Porque
escrito está: Maldito todo aquel que
no permaneciere en todas las cosas
que están escritas en el libro de la
ley, para hacerlas.
-
Mas por
cuanto por la ley ninguno se
justifica para con Dios, queda
manifiesto: Que el justo por la fe
vivirá.
-
La ley
también no es de la fe; sino, El
hombre que los hiciere, vivirá en
ellos.
-
Cristo
nos redimió de la maldición de la
ley, hecho por nosotros maldición;
(porque está escrito: Maldito
cualquiera que es colgado en
madero:)
-
Para que
la bendición de Abraham fuese sobre
los Gentiles en Cristo Jesús; para
que por la fe recibamos la promesa
del Espíritu.
-
Hermanos, hablo como hombre: Aunque
un pacto sea de hombre, con todo,
siendo confirmado, nadie lo cancela,
ó le añade.
-
A
Abraham fueron hechas las promesas,
y á su simiente. No dice: Y á las
simientes, como de muchos; sino como
de uno: Y á tu simiente, la cual es
Cristo.
-
Esto
pues digo: Que el contrato
confirmado de Dios para con Cristo,
la ley que fué hecha cuatrocientos
treinta años después, no lo abroga,
para invalidar la promesa.
-
Porque
si la herencia es por la ley, ya no
es por la promesa: empero Dios por
la promesa hizo la donación á
Abraham.
-
¿Pues de
qué sirve la ley? Fué puesta por
causa de las rebeliones, hasta que
viniese la simiente á quien fué
hecha la promesa, ordenada aquélla
por los ángeles en la mano de un
mediador.
-
Y el
mediador no es de uno, pero Dios es
uno.
-
¿Luego
la ley es contra las promesas de
Dios? En ninguna manera: porque si
la ley dada pudiera vivificar, la
justicia fuera verdaderamente por la
ley.
-
Mas
encerró la Escritura todo bajo
pecado, para que la promesa fuese
dada á los creyentes por la fe de
Jesucristo.
-
Empero
antes que viniese la fe, estábamos
guardados bajo la ley, encerrados
para aquella fe que había de ser
descubierta.
-
De
manera que la ley nuestro ayo fué
para llevarnos á Cristo, para que
fuésemos justificados por la fe.
-
Mas
venida la fe, ya no estamos bajo
ayo;
-
Porque
todos sois hijos de Dios por la fe
en Cristo Jesús.
-
Porque
todos los que habéis sido bautizados
en Cristo, de Cristo estáis
vestidos.
-
No hay
Judío, ni Griego; no hay siervo, ni
libre; no hay varón, ni hembra:
porque todos vosotros sois uno en
Cristo Jesús.
-
Y si
vosotros sois de Cristo, ciertamente
la simiente de Abraham sois, y
conforme á la promesa los herederos.
-
TAMBIÉN
digo: Entre tanto que el heredero es
niño, en nada difiere del siervo,
aunque es señor de todo;
-
Mas está
debajo de tutores y curadores hasta
el tiempo señalado por el padre.
-
Así
también nosotros, cuando éramos
niños, éramos siervos bajo los
rudimentos del mundo.
-
Mas
venido el cumplimiento del tiempo,
Dios envió su Hijo, hecho de mujer,
hecho súbdito á la ley,
-
Para que
redimiese á los que estaban debajo
de la ley, á fin de que recibiésemos
la adopción de hijos.
-
Y por
cuanto sois hijos, Dios envió el
Espíritu de su Hijo en vuestros
corazones, el cual clama: Abba,
Padre.
-
Así que
ya no eres más siervo, sino hijo, y
si hijo, también heredero de Dios
por Cristo.
-
Antes,
en otro tiempo, no conociendo á
Dios, servíais á los que por
naturaleza no son dioses:
-
Mas
ahora, habiendo conocido á Dios, ó
más bien, siendo conocidos de Dios,
¿cómo os volvéis de nuevo á los
flacos y pobres rudimentos, en los
cuales queréis volver á servir?
-
Guardáis
los días, y los meses, y los
tiempos, y los años.
-
Temo de
vosotros, que no haya trabajado en
vano en vosotros.
-
Hermanos, os ruego, sed como yo,
porque yo soy como vosotros: ningún
agravio me habéis hecho.
-
Que
vosotros sabéis que por flaqueza de
carne os anuncié el evangelio al
principio:
-
Y no
desechasteis ni menospreciasteis mi
tentación que estaba en mi carne:
antes me recibisteis como á un ángel
de Dios, como á Cristo Jesús.
-
¿Dónde
está pues vuestra bienaventuranza?
porque yo os doy testimonio que si
se pudiera hacer, os hubierais
sacado vuestros ojos para dármelos.
-
¿Heme
pues hecho vuestro enemigo,
diciéndoos la verdad?
-
Tienen
celos de vosotros, pero no bien:
antes os quieren echar fuera para
que vosotros los celéis á ellos.
-
Bueno es
ser celosos en bien siempre; y no
solamente cuando estoy presente con
vosotros.
-
Hijitos
míos, que vuelvo otra vez á estar de
parto de vosotros, hasta que Cristo
sea formado en vosotros;
-
Querría
cierto estar ahora con vosotros, y
mudar mi voz; porque estoy perplejo
en cuanto á vosotros.
-
Decidme,
los que queréis estar debajo de la
ley, ¿no habéis oído la ley?
-
Porque
escrito está que Abraham tuvo dos
hijos; uno de la sierva, el otro de
la libre.
-
Mas el
de la sierva nació según la carne;
pero el de la libre nació por la
promesa.
-
Las
cuales cosas son dichas por
alegoría: porque estas mujeres son
los dos pactos; el uno ciertamente
del monte Sinaí, el cual engendró
para servidumbre, que es Agar.
-
Porque
Agar ó Sinaí es un monte de Arabia,
el cual es conjunto á la que ahora
es Jerusalem, la cual sirve con sus
hijos.
-
Mas la
Jerusalem de arriba libre es; la
cual es la madre de todos nosotros.
-
Porque
está escrito: Alégrate, estéril, que
no pares: Prorrumpe y clama, la que
no estás de parto; Porque más son
los hijos de la dejada, que de la
que tiene marido.
-
Así que,
hermanos, nosotros como Isaac somos
hijos de la promesa.
-
Empero
como entonces el que era engendrado
según la carne, perseguía al que
había nacido según el Espíritu, así
también ahora.
-
Mas ¿qué
dice la Escritura? Echa fuera á la
sierva y á su hijo; porque no será
heredero el hijo de la sierva con el
hijo de la libre.
-
De
manera, hermanos, que no somos hijos
de la sierva, mas de la libre.
-
ESTAD,
pues, firmes en la libertad con que
Cristo nos hizo libres, y no volváis
otra vez á ser presos en el yugo de
servidumbre.
-
He aquí
yo Pablo os digo, que si os
circuncidareis, Cristo no os
aprovechará nada.
-
Y otra
vez vuelvo á protestar á todo hombre
que se circuncidare, que está
obligado á hacer toda la ley.
-
Vacíos
sois de Cristo los que por la ley os
justificáis; de la gracia habéis
caído.
-
Porque
nosotros por el Espíritu esperamos
la esperanza de la justicia por la
fe.
-
Porque
en Cristo Jesús ni la circuncisión
vale algo, ni la incircuncisión;
sino la fe que obra por la caridad.
-
Vosotros
corríais bien: ¿quién os embarazó
para no obedecer á la verdad?
-
Esta
persuasión no es de aquel que os
llama.
-
Un poco
de levadura leuda toda la masa.
-
Yo
confío de vosotros en el Señor, que
ninguna otra cosa sentiréis: mas el
que os inquieta, llevará el juicio,
quienquiera que él sea.
-
Y yo,
hermanos, si aun predico la
circuncisión, ¿por qué padezco
pesecución todavía? pues que quitado
es el escándalo de la cruz.
-
Ojalá
fuesen también cortados los que os
inquietan.
-
Porque
vosotros, hermanos, á libertad
habéis sido llamados; solamente que
no uséis la libertad como ocasión á
la carne, sino servíos por amor los
unos á los otros.
-
Porque
toda la ley en aquesta sola palabra
se cumple: Amarás á tu prójimo como
á ti mismo.
-
Y si os
mordéis y os coméis los unos á los
otros, mirad que también no os
consumáis los unos á los otros.
-
Digo
pues: Andad en el Espíritu, y no
satisfagáis la concupiscencia de la
carne.
-
Porque
la carne codicia contra el Espíritu,
y el Espíritu contra la carne: y
estas cosas se oponen la una á la
otra, para que no hagáis lo que
quisieres.
-
Mas si
sois guiados del Espíritu, no estáis
bajo la ley.
-
Y
manifiestas son las obras de la
carne, que son: adulterio,
fornicación, inmundicia, disolución,
-
Idolatría, hechicerías, enemistades,
pleitos, celos, iras, contiendas,
disensiones, herejías,
-
Envidias, homicidios, borracheras,
banqueteos, y cosas semejantes á
éstas: de las cuales os denuncio,
como ya os he anunciado, que los que
hacen tales cosas no heredarán el
reino de Dios.
-
Mas el
fruto del Espíritu es: caridad,
gozo, paz, tolerancia, benignidad,
bondad, fe,
-
Mansedumbre, templanza: contra tales
cosas no hay ley.
-
Porque
los que son de Cristo, han
crucificado la carne con los afectos
y concupiscencias.
-
Si
vivimos en el Espíritu, andemos
también en el Espíritu.
-
No
seamos codiciosos de vana gloria,
irritando los unos á los otros,
envidiándose los unos á los otros.
-
HERMANOS, si alguno fuere tomado en
alguna falta, vosotros que sois
espirituales, restaurad al tal con
el espíritu de mansedumbre;
considerándote á ti mismo, porque tú
no seas también tentado.
-
Sobrellevad los unos las cargas de
los otros; y cumplid así la ley de
Cristo.
-
Porque
el que estima de sí que es algo, no
siendo nada, á sí mismo se engaña.
-
Así que
cada uno examine su obra, y entonces
tendrá gloria sólo respecto de sí
mismo, y no en otro.
-
Porque
cada cual llevará su carga.
-
Y el que
es enseñado en la palabra, comunique
en todos los bienes al que lo
instruye.
-
No os
engañeis: Dios no puede ser burlado:
que todo lo que el hombre sembrare,
eso también segará.
-
Porque
el que siembra para su carne, de la
carne segará corrupción; mas el que
siembra para el Espíritu, del
Espíritu segará vida eterna.
-
No nos
cansemos, pues, de hacer bien; que á
su tiempo segaremos, si no
hubiéremos desmayado.
-
Así que,
entre tanto que tenemos tiempo,
hagamos bien á todos, y mayormente á
los domésticos de la fe.
-
Mirad en
cuán grandes letras os he escrito de
mi mano.
-
Todos
los que quieren agradar en al carne,
éstos os constriñen á que os
circuncidéis, solamente por no
padecer persecución por la cruz de
Cristo.
-
Porque
ni aun los mismos que se circuncidan
guardan la ley; sino que quieren que
vosotros seáis circuncidados, para
gloriarse en vuestra carne.
-
Mas
lejos esté de mí gloriarme, sino en
la cruz de nuestro Señor Jesucristo,
por el cual el mundo me es
crucificado á mí, y yo al mundo.
-
Porque
en Cristo Jesús, ni la circuncisión
vale nada, ni la incircuncisión,
sino la nueva criatura.
-
Y todos
los que anduvieren conforme á esta
regla, paz sobre ellos, y
misericordia, y sobre el Israel de
Dios.
-
De aquí
adelante nadie me sea molesto;
porque yo traigo en mi cuerpo las
marcas del Señor Jesús.
-
Hermanos, la gracia de nuestro Señor
Jesucristo sea con vuestro espíritu.
Amén.
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