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Índice:
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22 ]
-
LA
revelación de Jesucristo, que Dios
le dió, para manifestar á sus
siervos las cosas que deben suceder
presto; y la declaró, enviándo la
por su ángel á Juan su siervo,
-
El cual
ha dado testimonio de la palabra de
Dios, y del testimonio de
Jesucristo, y de todas las cosas que
ha visto.
-
Bienaventurado el que lee, y los que
oyen las palabras de esta profecía,
y guardan las cosas en ella
escritas: porque el tiempo está
cerca.
-
Juan á
las siete iglesias que están en
Asia: Gracia sea con vosotros, y paz
del que es y que era y que ha de
venir, y de los siete Espíritus que
están delante de su trono;
-
Y de
Jesucristo, el testigo fiel, el
primogénito de los muertos, y
príncipe de los reyes de la tierra.
Al que nos amó, y nos ha lavado de
nuestros pecados con su sangre,
-
Y nos ha
hecho reyes y sacerdotes para Dios y
su Padre; á él sea gloria é imperio
para siempre jamás. Amén.
-
He aquí
que viene con las nubes, y todo ojo
le verá, y los que le traspasaron; y
todos los linajes de la tierra se
lamentarán sobre él. Así sea. Amén.
-
Yo soy
el Alpha y la Omega, principio y
fin, dice el Señor, que es y que era
y que ha de venir, el Todopoderoso.
-
Yo Juan,
vuestro hermano, y participante en
la tribulación y en el reino, y en
la paciencia de Jesucristo, estaba
en la isla que es llamada Patmos,
por la palabra de Dios y el
testimonio de Jesucristo.
-
Yo fuí
en el Espíritu en el día del Señor,
y oí detrás de mí una gran voz como
de trompeta,
-
Que
decía: Yo soy el Alpha y Omega, el
primero y el último. Escribe en un
libro lo que ves, y envía lo á las
siete iglesias que están en Asia; á
Efeso, y á Smirna, y á Pérgamo, y á
Tiatira, y á Sardis, y á Filadelfia,
y á Laodicea.
-
Y me
volví á ver la voz que hablaba
conmigo: y vuelto, vi siete
candeleros de oro;
-
Y en
medio de los siete candeleros, uno
semejante al Hijo del hombre,
vestido de una ropa que llegaba
hasta los pies, y ceñido por los
pechos con una cinta de oro.
-
Y su
cabeza y sus cabellos eran blancos
como la lana blanca, como la nieve;
y sus ojos como llama de fuego;
-
Y sus
pies semejantes al latón fino,
ardientes como en un horno; y su voz
como ruido de muchas aguas.
-
Y tenía
en su diestra siete estrellas: y de
su boca salía una espada aguda de
dos filos. Y su rostro era como el
sol cuando resplandece en su fuerza.
-
Y
fpicuando yo le vi, caí como muerto
á sus pies. Y él puso su diestra
sobre mí, diciéndome: No temas: yo
soy el primero y el último;
-
Y el que
vivo, y he sido muerto; y he aquí
que vivo por siglos de siglos, Amén.
Y tengo las llaves del infierno y de
la muerte.
-
Escribe
las cosas que has visto, y las que
son, y las que han de ser después de
éstas:
-
El
misterio de las siete estrellas que
has visto en mi diestra, y los siete
candeleros de oro. Las siete
estrellas son los ángeles de las
siete iglesias; y los siete
candeleros que has visto, son las
siete iglesias.
-
ESCRIBE
al ángel de la iglesia en EFESO: El
que tiene las siete estrellas en su
diestra, el cual anda en medio de
los siete candeleros de oro, dice
estas cosas:
-
Yo sé
tus obras, y tu trabajo y paciencia;
y que tú no puedes sufrir los malos,
y has probado á los que se dicen ser
apóstoles, y no lo son, y los has
hallado mentirosos;
-
Y has
sufrido, y has tenido paciencia, y
has trabajado por mi nombre, y no
has desfallecido.
-
Pero
tengo contra ti que has dejado tu
primer amor.
-
Recuerda
por tanto de dónde has caído, y
arrepiéntete, y haz las primeras
obras; pues si no, vendré presto á
ti, y quitaré tu candelero de su
lugar, si no te hubieres
arrepentido.
-
Mas
tienes esto, que aborreces los
hechos de los Nicolaítas; los cuales
yo también aborrezco.
-
El que
tiene oído, oiga lo que el Espíritu
dice á las iglesias. Al que
venciere, daré á comer del árbol de
la vida, el cual está en medio del
paraíso de Dios.
-
Y
escribe al ángel de la iglesia en
SMIRNA: El primero y postrero, que
fué muerto, y vivió, dice estas
cosas:
-
Yo sé
tus obras, y tu tribulacion, y tu
pobreza (pero tú eres rico), y la
blasfemia de los que se dicen ser
Judíos, y no lo son, mas son
sinagoga de Satanás.
-
No
tengas ningún temor de las cosas que
has de padecer. He aquí, el diablo
ha de enviar algunos de vosotros á
la cárcel, para que seáis probados,
y tendréis tribulación de diez días.
Sé fiel hasta la muerte, y yo te
daré la corona de la vida.
-
El que
tiene oído, oiga lo que el Espíritu
dice á las iglesias. El que
venciere, no recibirá daño de la
muerte segunda.
-
Y
escribe al ángel de la iglesia en
PÉRGAMO: El que tiene la espada
aguda de dos filos, dice estas
cosas:
-
Yo sé
tus obras, y dónde moras, donde está
la silla de Satanás; y retienes mi
nombre, y no has negado mi fe, aun
en los días en que fué Antipas mi
testigo fiel, el cual ha sido muerto
entre vosotros, donde Satanás mora.
-
Pero
tengo unas pocas cosas contra ti:
porque tú tienes ahí los que tienen
la doctrina de ahí los que tienen la
doctrina de Fcbalaam, el cual
enseñaba á Balac á poner escándalo
delante de los hijos de Israel, á
comer de cosas sacrificadas á los
ídolos, y á cometer fornicación.
-
Así
también tú tienes á los que tienen
la doctrina de los Nicolaítas, lo
cual yo aborrezco.
-
Arrepiéntete, porque de otra manera
vendré á ti presto, y pelearé contra
ellos con la espada de mi boca.
-
El que
tiene oído, oiga lo que el Espíritu
dice á las iglesias. Al que
venciere, daré á comer del maná
escondido, y le daré una piedrecita
blanca, y en la piedrecita un nombre
nuevo escrito, el cual ninguno
conoce sino aquel que lo recibe.
-
Y
escribe al ángel de la iglesia en
TIATIRA: El Hijo de Dios, que tiene
sus ojos como llama de fuego, y sus
pies semejantes al latón fino, dice
estas cosas:
-
Yo he
conocido tus obras, y caridad, y
servicio, y fe, y tu paciencia, y
que tus obras postreras son más que
las primeras.
-
Mas
tengo unas pocas cosas contra ti:
porque permites aquella mujer
Jezabel (que se dice profetisa)
enseñar, y engañar á mis siervos, á
fornicar, y á comer cosas ofrecidas
á los ídolos.
-
Y le he
dado tiempo para que se arrepienta
de la fornicación; y no se ha
arrepentido.
-
He aquí,
yo la echo en cama, y á los que
adulteran con ella, en muy grande
tribulación, si no se arrepintieren
de sus obras:
-
Y mataré
á sus hijos con muerte; y todas las
iglesias sabrán que yo soy el que
escudriño los riñones y los
corazones: y daré á cada uno de
vosotros según sus obras.
-
Pero yo
digo á vosotros, y á los demás que
estáis en Tiatira, cualesquiera que
no tienen esta doctrina, y que no
han conocido las profundidades de
Satanás, como dicen: Yo no enviaré
sobre vosotros otra carga.
-
Empero
la que tenéis, tenedla hasta que yo
venga.
-
Y al que
hubiere vencido, y hubiere guardado
mis obras hasta el fin, yo le daré
potestad sobre las gentes;
-
Y las
regirá con vara de hierro, y serán
quebrantados como vaso de alfarero,
como también yo he recibido de mi
Padre:
-
Y le
daré la estrella de la mañana.
-
El que
tiene oído, oiga lo que el Espíritu
dice á las iglesias.
-
Y
ESCRIBE al ángel de la iglesia en
SARDIS: El que tiene los siete
Espíritus de Dios, y las siete
estrellas, dice estas cosas: Yo
conozco tus obras que tienes nombre
que vives, y estás muerto.
-
Sé
vigilante y confirma las otras cosas
que están para morir; porque no he
hallado tus obras perfectas delante
de Dios.
-
Acuérdate pues de lo que has
recibido y has oído, y guárda lo, y
arrepiéntete. Y si no velares,
vendré á ti como ladrón, y no sabrás
en qué hora vendré á ti.
-
Mas
tienes unas pocas personas en Sardis
que no han ensuciado sus vestiduras:
y andarán conmigo en vestiduras
blancas; porque son dignos.
-
El que
venciere, será vestido de vestiduras
blancas; y no borraré su nombre del
libro de la vida, y confesaré su
nombre delante de mi Padre, y
delante de sus ángeles.
-
El que
tiene oído, oiga lo que el Espíritu
dice á las iglesias.
-
Y
escribe al ángel de la iglesia en
FILADELFIA: Estas cosas dice el
Santo, el Verdadero, el que tiene la
llave de David, el que abre y
ninguno cierra, y cierra y ninguno
abre:
-
Yo
conozco tus obras: he aquí, he dado
una puerta abierta delante de ti, la
cual ninguno puede cerrar; porque
tienes un poco de potencia, y has
guardado mi palabra, y no has negado
mi nombre.
-
He aquí,
yo doy de la sinagoga de Satanás,
los que se dicen ser Judíos, y no lo
son, mas mienten; he aquí, yo los
constreñiré á que vengan y adoren
delante de tus pies, y sepan que yo
te he amado.
-
Porque
has guardado la palabra de mi
paciencia, yo también te guardaré de
la hora de la tentación que ha de
venir en todo el mundo, para probar
á los que moran en la tierra.
-
He aquí,
yo vengo presto; retén lo que
tienes, para que ninguno tome tu
corona.
-
Al que
venciere, yo lo haré columna en el
templo de mi Dios, y nunca más
saldrá fuera; y escribiré sobre él
el nombre de mi Dios, y el nombre de
la ciudad de mi Dios, la nueva
Jerusalem, la cual desciende del
cielo de con mi Dios, y mi nombre
nuevo.
-
El que
tiene oído, oiga lo que el Espíritu
dice á las iglesias.
-
Y
escribe al ángel de la iglesia en
LAODICEA: He aquí dice el Amén, el
testigo fiel y verdadero, el
principio de la creación de Dios:
-
Yo
conozco tus obras, que ni eres frío,
ni caliente. ¡Ojalá fueses frío, ó
caliente!
-
Mas
porque eres tibio, y no frío ni
caliente, te vomitaré de mi boca.
-
Porque
tú dices: Yo soy rico, y estoy
enriquecido, y no tengo necesidad de
ninguna cosa; y no conoces que tú
eres un cuitado y miserable y pobre
y ciego y desnudo;
-
Yo te
amonesto que de mí compres oro
afinado en fuego, para que seas
hecho rico, y seas vestido de
vestiduras blancas, para que no se
descubra la vergüenza de tu
desnudez; y unge tus ojos con
colirio, para que veas.
-
Yo
reprendo y castigo á todos los que
amo: sé pues celoso, y arrepiéntete.
-
He aquí,
yo estoy á la puerta y llamo: si
alguno oyere mi voz y abriere la
puerta, entraré á él, y cenaré con
él, y él conmigo.
-
Al que
venciere, yo le daré que se siente
conmigo en mi trono; así como yo he
vencido, y me he sentado con mi
Padre en su trono.
-
El que
tiene oído, oiga lo que el Espíritu
dice á las iglesias.
-
DESPUÉS
de estas cosas miré, y he aquí una
puerta abierta en el cielo: y la
primera voz que oí, era como de
trompeta que hablaba conmigo,
diciendo: Sube acá, y yo te mostraré
las cosas que han de ser después de
éstas.
-
Y luego
yo fuí en Espíritu: y he aquí, un
trono que estaba puesto en el cielo,
y sobre el trono estaba uno sentado.
-
Y el que
estaba sentado, era al parecer
semejante á una piedra de jaspe y de
sardio: y un arco celeste había
alrededor del trono, semejante en el
aspecto á la esmeralda.
-
Y
alrededor del trono había
veinticuatro sillas: y vi sobre las
sillas veinticuatro ancianos
sentados, vestidos de ropas blancas;
y tenían sobre sus cabezas coronas
de oro.
-
Y del
trono salían relámpagos y truenos y
voces: y siete lámparas de fuego
estaban ardiendo delante del trono,
las cuales son los siete Espíritus
de Dios.
-
Y
delante del trono había como un mar
de vidrio semejante al cristal; y en
medio del trono, y alrededor del
trono, cuatro animales llenos de
ojos delante y detrás.
-
Y el
primer animal era semejante á un
león; y el segundo animal, semejante
á un becerro; y el tercer animal
tenía la cara como de hombre; y el
cuarto animal, semejante á un águila
volando.
-
Y los
cuatro animales tenían cada uno por
sí seis alas alrededor, y de dentro
estaban llenos de ojos; y no tenían
reposo día ni noche, diciendo:
Santo, santo, santo el Señor Dios
Todopoderoso, que era, y que es, y
que ha de venir.
-
Y cuando
aquellos animales daban gloria y
honra y alabanza al que estaba
sentado en el trono, al que vive
para siempre jamás,
-
Los
veinticuatro ancianos se postraban
delante del que estaba sentado en el
trono, y adoraban al que vive para
siempre jamás, y echaban sus coronas
delante del trono, diciendo:
-
Señor,
digno eres de recibir gloria y honra
y virtud: porque tú criaste todas
las cosas, y por tu voluntad tienen
ser y fueron criadas.
-
Y VI en
la mano derecha del que estaba
sentado sobre el trono un libro
escrito de dentro y de fuera,
sellado con siete sellos.
-
Y vi un
fuerte ángel predicando en alta voz:
¿Quién es digno de abrir el libro, y
de desatar sus sellos?
-
Y
ninguno podía, ni en el cielo, ni en
la tierra, ni debajo de la tierra,
abrir el libro, ni mirarlo.
-
Y yo
lloraba mucho, porque no había sido
hallado ninguno digno de abrir el
libro, ni de leerlo, ni de mirarlo.
-
Y uno de
los ancianos me dice: No llores: he
aquí el león de la tribu de Judá, la
raíz de David, que ha vencido para
abrir el libro, y desatar sus siete
sellos.
-
Y miré;
y he aquí en medio del trono y de
los cuatro animales, y en medio de
los ancianos, estaba un Cordero como
inmolado, que tenía siete cuernos, y
siete ojos, que son los siete
Espíritus de Dios enviados en toda
la tierra.
-
Y él
vino, y tomó el libro de la mano
derecha de aquel que estaba sentado
en el trono.
-
Y cuando
hubo tomado el libro, los cuatro
animales y los veinticuatro ancianos
se postraron delante del Cordero,
teniendo cada uno arpas, y copas de
oro llenas de perfumes, que son las
oraciones de los santos:
-
Y
cantaban un nuevo cántico, diciendo:
Digno eres de tomar el libro, y de
abrir sus sellos; porque tú fuiste
inmolado, y nos has redimido para
Dios con tu sangre, de todo linaje y
lengua y pueblo y nación;
-
Y nos
has hecho para nuestro Dios reyes y
sacerdotes, y reinaremos sobre la
tierra.
-
Y miré,
y oí voz de muchos ángeles alrededor
del trono, y de los animales, y de
los ancianos; y la multitud de ellos
era millones de millones,
-
Que
decían en alta voz: El Cordero que
fué inmolado es digno de tomar el
poder y riquezas y sabiduría, y
fortaleza y honra y gloria y
alabanza.
-
Y oí á
toda criatura que está en el cielo,
y sobre la tierra, y debajo de la
tierra, y que está en el mar, y
todas las cosas que en ellos están,
diciendo: Al que está sentado en el
trono, y al Cordero, sea la
bendición, y la honra, y la gloria,
y el poder, para siempre jamás.
-
Y los
cuatro animales decían: Amén. Y los
veinticuatro ancianos cayeron sobre
sus rostros, y adoraron al que vive
para siempre jamás.
-
Y MIRÉ
cuando el Cordero abrió uno de los
sellos, y oí á uno los cuatro
animales diciendo como con una voz
de trueno: Ven y ve.
-
Y miré,
y he aquí un caballo blanco: y el
que estaba sentado encima de él,
tenía un arco; y le fué dada una
corona, y salió victorioso, para que
también venciese.
-
Y cuando
él abrió el segundo sello, oí al
segundo animal, que decía: Ven y ve.
-
Y salió
otro caballo bermejo: y al que
estaba sentado sobre él, fué dado
poder de quitar la paz de la tierra,
y que se maten unos á otros: y fuéle
dada una grande espada.
-
Y cuando
él abrió el tercer sello, oí al
tercer animal, que decía: Ven y ve.
Y miré, y he aquí un caballo negro:
y el que estaba sentado encima de
él, tenía un peso en su mano.
-
Y oí una
voz en medio de los cuatro animales,
que decía: Dos libras de trigo por
un denario, y seis libras de cebada
por un denario: y no hagas daño al
vino ni al aceite.
-
Y cuando
él abrió el cuarto sello, oí la voz
del cuarto animal, que decía: Ven y
ve.
-
Y miré,
y he aquí un caballo amarillo: y el
que estaba sentado sobre él tenía
por nombre Muerte; y el infierno le
seguía: y le fué dada potestad sobre
la cuarta parte de la tierra, para
matar con espada, con hambre, con
mortandad, y con las bestias de la
tierra.
-
Y cuando
él abrió el quinto sello, vi debajo
del altar las almas de los que
habían sido muertos por la palabra
de Dios y por el testimonio que
ellos tenían.
-
Y
clamaban en alta voz diciendo:
¿Hasta cuándo, Señor, santo y
verdadero, no juzgas y vengas
nuestra sangre de los que moran en
la tierra?
-
Y les
fueron dadas sendas ropas blancas, y
fuéles dicho que reposasen todavía
un poco de tiempo, hasta que se
completaran sus consiervos y sus
hermanos, que también habían de ser
muertos como ellos.
-
Y miré
cuando él abrió el sexto sello, y he
aquí fué hecho un gran terremoto; y
el sol se puso negro como un saco de
cilicio, y la luna se puso toda como
sangre;
-
Y las
estrellas del cielo cayeron sobre la
tierra, como la higuera echa sus
higos cuando es movida de gran
viento.
-
Y el
cielo se apartó como un libro que es
envuelto; y todo monte y las islas
fueron movidas de sus lugares.
-
Y los
reyes de la tierra, y los príncipes,
y los ricos, y los capitanes, y los
fuertes, y todo siervo y todo libre,
se escondieron en las cuevas y entre
las peñas de los montes;
-
Y decían
á los montes y á las peñas: Caed
sobre nosotros, y escondednos de la
cara de aquél que está sentado sobre
el trono, y de la ira del Cordero:
-
Porque
el gran día de su ira es venido; ¿y
quién podrá estar firme?
-
Y
DESPUÉS de estas cosas vi cuatro
ángeles que estaban sobre los cuatro
ángulos de la tierra, deteniendo los
cuatro vientos de la tierra, para
que no soplase viento sobre la
tierra, ni sobre la mar, ni sobre
ningún árbol.
-
Y vi
otro ángel que subía del nacimiento
del sol, teniendo el sello del Dios
vivo: y clamó con gran voz á los
cuatro ángeles, á los cuales era
dado hacer daño á la tierra y á la
mar,
-
Diciendo: No hagáis daño á la
tierra, ni al mar, ni á los árboles,
hasta que señalemos á los siervos de
nuestro Dios en sus frentes.
-
Y oí el
número de los señalados: ciento
cuarenta y cuatro mil señalados de
todas las tribus de los hijos de
Israel.
-
De la
tribu de Judá, doce mil señalados.
De la tribu de Rubén, doce mil
señalados. De la tribu de Gad, doce
mil señalados.
-
De la
tribu de Aser, doce mil señalados.
De la tribu de Neftalí, doce mil
señalados. De la tribu de Manasés,
doce mil señalados.
-
De la
tribu de Simeón, doce mil señalados.
De la tribu de Leví, doce mil
señalados. De la tribu de Issachâr,
doce mil señalados.
-
De la
tribu de Zabulón, doce mil
señalados. De la tribu de José, doce
mil señalados. De la tribu de
Benjamín, doce mil señalados.
-
Después
de estas cosas miré, y he aquí una
gran compañía, la cual ninguno podía
contar, de todas gentes y linajes y
pueblos y lenguas, que estaban
delante del trono y en la presencia
del Cordero, vestidos de ropas
blancas, y palmas en sus manos;
-
Y
clamaban en alta voz, diciendo:
Salvación á nuestro Dios que está
sentado sobre el trono, y al
Cordero.
-
Y todos
los ángeles estaban alrededor del
trono, y de los ancianos y los
cuatro animales; y postráronse sobre
sus rostros delante del trono, y
adoraron á Dios,
-
Diciendo: Amén: La bendición y la
gloria y la sabiduría, y la acción
de gracias y la honra y la potencia
y la fortaleza, sean á nuestro Dios
para siempre jamás. Amén.
-
Y
respondió uno de los ancianos,
diciéndome: Estos que están vestidos
de ropas blancas, ¿quiénes son, y de
dónde han venido?
-
Y yo le
dije: Señor, tú lo sabes. Y él me
dijo: Estos son los que han venido
de grande tribulación, y han lavado
sus ropas, y las han blanqueado en
la sangre del Cordero.
-
Por esto
están delante del trono de Dios, y
le sirven día y noche en su templo:
y el que está sentado en el trono
tenderá su pabellón sobre ellos.
-
No
tendrán más hambre, ni sed, y el sol
no caerá más sobre ellos, ni otro
ningún calor.
-
Porque
el Cordero que está en medio del
trono los pastoreará, y los guiará á
fuentes vivas de aguas: y Dios
limpiará toda lágrima de los ojos de
ellos.
-
Y CUANDO
él abrió el séptimo sello, fué hecho
silencio en el cielo casi por media
hora.
-
Y vi los
siete ángeles que estaban delante de
Dios; y les fueron dadas siete
trompetas.
-
Y otro
ángel vino, y se paró delante del
altar, teniendo un incensario de
oro; y le fué dado mucho incienso
para que lo añadiese á las oraciones
de todos los santos sobre el altar
de oro que estaba delante del trono.
-
Y el
humo del incienso subió de la mano
del ángel delante de Dios, con las
oraciones de los santos.
-
Y el
ángel tomó el incensario, y lo llenó
del fuego del altar, y echólo en la
tierra; y fueron hechos truenos y
voces y relámpagos y terremotos.
-
Y los
siete ángeles que tenían las siete
trompetas, se aparejaron para tocar.
-
Y el
primer ángel tocó la trompeta, y fué
hecho granizo y fuego, mezclado con
sangre, y fueron arrojados á la
tierra; y la tercera parte de los
árboles fué quemada, y quemóse toda
la hierba verde.
-
Y el
segundo ángel tocó la trompeta, y
como un grande monte ardiendo con
fuego fué lanzado en la mar; y la
tercera parte de la mar se tornó en
sangre.
-
Y murió
la tercera parte de las criaturas
que estaban en la mar, las cuales
tenían vida; y la tercera parte de
los navíos pereció.
-
Y el
tercer ángel tocó la trompeta, y
cayó del cielo una grande estrella,
ardiendo como una antorcha, y cayó
en la tercera parte de los rios, y
en las fuentes de las aguas.
-
Y el
nombre de la estrella se dice
Ajenjo. Y la tercera parte de las
aguas fué vuelta en ajenjo: y muchos
murieron por las aguas, porque
fueron hechas amargas.
-
Y el
cuarto ángel tocó la trompeta, y fué
herida la tercera parte del sol, y
la tercera parte de la luna, y la
tercera parte de las estrellas; de
tal manera que se oscureció la
tercera parte de ellos, y no
alumbraba la tercera parte del día,
y lo mismo de la noche.
-
Y miré,
y oí un ángel volar por medio del
cielo, diciendo en alta voz: ¡Ay!
¡ay! ¡ay! de los que moran en la
tierra, por razón de las otras voces
de trompeta de los tres ángeles que
han de tocar!
-
Y EL
quinto ángel tocó la trompeta, y vi
una estrella que cayó del cielo en
la tierra; y le fue dada la llave
del pozo del abismo.
-
Y abrió
el pozo del abismo, y subió humo del
pozo como el humo de un gran horno;
y oscurecióse el sol y el aire por
el humo del pozo.
-
Y del
humo salieron langostas sobre la
tierra; y fueles dada potestad, como
tienen potestad los escorpiones de
la tierra.
-
Y les
fué mandado que no hiciesen daño á
la hierba de la tierra, ni á ninguna
cosa verde, ni á ningún árbol, sino
solamente á los hombres que no
tienen la señal de Dios en sus
frentes.
-
Y le fué
dado que no los matasen, sino que
los atormentasen cinco meses; y su
tormento era como tormento de
escorpión, cuando hiere al hombre.
-
Y en
aquellos días buscarán los hombres
la muerte, y no la hallarán; y
desearán morir, y la muerte huirá de
ellos.
-
Y el
parecer de las langostas era
semejante á caballos aparejados para
la guerra: y sobre sus cabezas
tenían como coronas semejantes al
oro; y sus caras como caras de
hombres.
-
Y tenían
cabellos como cabellos de mujeres: y
sus dientes eran como dientes de
leones.
-
Y tenían
corazas como corazas de hierro; y el
estruendo de sus alas, como el ruido
de carros que con muchos caballos
corren á la batalla.
-
Y tenían
colas semejantes á las de los
escorpiones, y tenían en sus colas
aguijones; y su poder era de hacer
daño á los hombres cinco meses.
-
Y tienen
sobre sí por rey al ángel del
abismo, cuyo nombre en hebraico es
Abaddon, y en griego, Apollyon.
-
El
primer ¡Ay! es pasado: he aquí,
vienen aún dos ayes después de estas
cosas.
-
Y el
sexto ángel tocó la trompeta; y oí
una voz de los cuatro cuernos del
altar de oro que estaba delante de
Dios,
-
Diciendo
al sexto ángel que tenía la
trompeta: Desata los cuatro ángeles
que están atados en el gran río
Eufrates.
-
Y fueron
desatados los cuatro ángeles que
estaban aparejados para la hora y
día y mes y año, para matar la
tercera parte de los hombres.
-
Y el
número del ejército de los de á
caballo era doscientos millones. Y
oí el número de ellos.
-
Y así vi
los caballos en visión, y los que
sobre ellos estaban sentados, los
cuales tenían corazas de fuego, de
jacinto, y de azufre. Y las cabezas
de los caballos eran como cabezas de
leones; y de la boca de ellos salía
fuego y humo y azufre.
-
De estas
tres plagas fué muerta la tercera
parte de los hombres: del fuego, y
del humo, y del azufre, que salían
de la boca de ellos.
-
Porque
su poder está en su boca y en sus
colas: porque sus colas eran
semejantes á serpientes, y tenían
cabezas, y con ellas dañan.
-
Y los
otros hombres que no fueron muertos
con estas plagas, aun no se
arrepintieron de las obras de sus
manos, para que no adorasen á los
demonios, y á las imágenes de oro, y
de plata, y de metal, y de piedra, y
de madera; las cuales no pueden ver,
ni oir, ni andar:
-
Y no se
arrepintieron de sus homicidios, ni
de sus hechicerías, ni de su
fornicación, ni de sus hurtos.
-
Y VI
otro ángel fuerte descender del
cielo, cercado de una nube, y el
arco celeste sobre su cabeza; y su
rostro era como el sol, y sus pies
como columnas de fuego.
-
Y tenía
en su mano un librito abierto: y
puso su pie derecho sobre el mar, y
el izquierdo sobre la tierra;
-
Y clamó
con grande voz, como cuando un león
ruge: y cuando hubo clamado, siete
truenos hablaron sus voces.
-
Y cuando
los siete truenos hubieron hablado
sus voces, yo iba á escribir, y oí
una voz del cielo que me decía:
Sella las cosas que los siete
truenos han hablado, y no las
escribas.
-
Y el
ángel que vi estar sobre el mar y
sobre la tierra, levantó su mano al
cielo,
-
Y juró
por el que vive para siempre jamás,
que ha criado el cielo y las cosas
que están en él, y la tierra y las
cosas que están en ella, y el mar y
las cosas que están en él, que el
tiempo no será más.
-
Pero en
los días de la voz del séptimo
ángel, cuando él comenzare á tocar
la trompeta, el misterio de Dios
será consumado, como él lo anunció á
sus siervos los profetas.
-
Y la voz
que oí del cielo hablaba otra vez
conmigo, y decía: Ve, y toma el
librito abierto de la mano del ángel
que está sobre el mar y sobre la
tierra.
-
Y fuí al
ángel, diciéndole que me diese el
librito, y él me dijo: Toma, y
trágalo; y él te hará amargar tu
vientre, pero en tu boca será dulce
como la miel.
-
Y tomé
el librito de la mano del ángel, y
lo devoré; y era dulce en mi boca
como la miel; y cuando lo hube
devorado, fué amargo mi vientre.
-
Y él me
dice: Necesario es que otra vez
profetices á muchos pueblos y gentes
y lenguas y reyes.
-
Y ME fue
dada una caña semejante á una vara,
y se me dijo: Levántate, y mide el
templo de Dios, y el altar, y á los
que adoran en él.
-
Y echa
fuera el patio que está fuera del
templo, y no lo midas, porque es
dado á los Gentiles; y hollarán la
ciudad santa cuarenta y dos meses.
-
Y daré á
mis dos testigos, y ellos
profetizarán por mil doscientos y
sesenta días, vestidos de sacos.
-
Estas
son las dos olivas, y los dos
candeleros que están delante del
Dios de la tierra.
-
Y si
alguno les quisiere dañar, sale
fuego de la boca de ellos, y devora
á sus enemigos: y si alguno les
quisiere hacer daño, es necesario
que él sea así muerto.
-
Estos
tienen potestad de cerrar el cielo,
que no llueva en los días de su
profecía, y tienen poder sobre las
aguas para convertirlas en sangre, y
para herir la tierra con toda plaga
cuantas veces quisieren.
-
Y cuando
ellos hubieren acabado su
testimonio, la bestia que sube del
abismo hará guerra contra ellos, y
los vencerá, y los matará.
-
Y sus
cuerpos serán echados en las plazas
de la grande ciudad, que
espiritualmente es llamada Sodoma y
Egipto, donde también nuestro Señor
fué crucificado.
-
Y los de
los linajes, y de los pueblos, y de
las lenguas, y de los Gentiles verán
los cuerpos de ellos por tres días y
medio, y no permitirán que sus
cuerpos sean puestos en sepulcros.
-
Y los
moradores de la tierra se gozarán
sobre ellos, y se alegrarán, y se
enviarán dones los unos á los otros;
porque estos dos profetas han
atormentado á los que moran sobre la
tierra.
-
Y
después de tres días y medio el
espíritu de vida enviado de Dios,
entró en ellos, y se alzaron sobre
sus pies, y vino gran temor sobre
los que los vieron.
-
Y oyeron
una grande voz del cielo, que les
decía: Subid acá. Y subieron al
cielo en una nube, y sus enemigos
los vieron.
-
Y en
aquella hora fué hecho gran temblor
de tierra, y la décima parte de la
ciudad cayó, y fueron muertos en el
temblor de tierra en número de siete
mil hombres: y los demás fueron
espantados, y dieron gloria al Dios
del cielo.
-
El
segundo ¡Ay! es pasado: he aquí, el
tercer ¡Ay! vendrá presto.
-
Y el
séptimo ángel tocó la trompeta, y
fueron hechas grandes voces en el
cielo, que decían: Los reinos del
mundo han venido á ser los reinos de
nuestro Señor, y de su Cristo: y
reinará para siempre jamás.
-
Y los
veinticuatro ancianos que estaban
sentados delante de Dios en sus
sillas, se postraron sobre sus
rostros, y adoraron á Dios,
-
Diciendo: Te damos gracias, Señor
Dios Todopoderoso, que eres y que
eras y que has de venir, porque has
tomado tu grande potencia, y has
reinado.
-
Y se han
airado las naciones, y tu ira es
venida, y el tiempo de los muertos,
para que sean juzgados, y para que
des el galardón á tus siervos los
profetas, y á los santos, y á los
que temen tu nombre, á los
pequeñitos y á los grandes, y para
que destruyas los que destruyen la
tierra.
-
Y el
templo de Dios fué abierto en el
cielo, y el arca de su testamento
fué vista en su templo. Y fueron
hechos relámpagos y voces y truenos
y terremotos y grande granizo.
-
Y UNA
grande señal apareció en el cielo:
una mujer vestida del sol, y la luna
debajo de sus pies, y sobre su
cabeza una corona de doce estrellas.
-
Y
estando preñada, clamaba con dolores
de parto, y sufría tormento por
parir.
-
Y fue
vista otra señal en el cielo: y he
aquí un grande dragón bermejo, que
tenía siete cabezas y diez cuernos,
y en sus cabezas siete diademas.
-
Y su
cola arrastraba la tercera parte de
las estrellas del cielo, y las echó
en tierra. Y el dragón se paró
delante de la mujer que estaba para
parir, á fin de devorar á su hijo
cuando hubiese parido.
-
Y ella
parió un hijo varón, el cual había
de regir todas las gentes con vara
de hierro: y su hijo fue arrebatado
para Dios y á su trono.
-
Y la
mujer huyó al desierto, donde tiene
lugar aparejado de Dios, para que
allí la mantengan mil doscientos y
sesenta días.
-
Y fué
hecha una grande batalla en el
cielo: Miguel y sus ángeles lidiaban
contra el dragón; y lidiaba el
dragón y sus ángeles.
-
Y no
prevalecieron, ni su lugar fué más
hallado en el cielo.
-
Y fué
lanzado fuera aquel gran dragón, la
serpiente antigua, que se llama
Diablo y Satanás, el cual engaña á
todo el mundo; fué arrojado en
tierra, y sus ángeles fueron
arrojados con él.
-
Y oí una
grande voz en el cielo que decía:
Ahora ha venido la salvación, y la
virtud, y el reino de nuestro Dios,
y el poder de su Cristo; porque el
acusador de nuestros hermanos ha
sido arrojado, el cual los acusaba
delante de nuestro Dios día y noche.
-
Y ellos
le han vencido por la sangre del
Cordero, y por la palabra de su
testimonio; y no han amado sus vidas
hasta la muerte.
-
Por lo
cual alegraos, cielos, y los que
moráis en ellos. ¡Ay de los
moradores de la tierra y del mar!
porque el diablo ha descendido á
vosotros, teniendo grande ira,
sabiendo que tiene poco tiempo.
-
Y cuando
vió el dragón que él había sido
arrojado á la tierra, persiguió á la
mujer que había parido al hijo
varón.
-
Y fueron
dadas á la mujer dos alas de grande
águila, para que de la presencia de
la serpiente volase al desierto, á
su lugar, donde es mantenida por un
tiempo, y tiempos, y la mitad de un
tiempo.
-
Y la
serpiente echó de su boca tras la
mujer agua como un río, á fin de
hacer que fuese arrebatada del río.
-
Y la
tierra ayudó á la mujer, y la tierra
abrió su boca, y sorbió el río que
había echado el dragón de su boca.
-
Entonces
el dragón fué airado contra la
mujer; y se fué á hacer guerra
contra los otros de la simiente de
ella, los cuales guardan los
mandamientos de Dios, y tienen el
testimonio de Jesucristo.
-
Y YO me
paré sobre la arena del mar, y vi
una bestia subir del mar, que tenía
siete cabezas y diez cuernos; y
sobre sus cuernos diez diademas; y
sobre las cabezas de ella nombre de
blasfemia.
-
Y la
bestia que vi, era semejante á un
leopardo, y sus pies como de oso, y
su boca como boca de león. Y el
dragón le dió su poder, y su trono,
y grande potestad.
-
Y vi una
de sus cabezas como herida de
muerte, y la llaga de su muerte fué
curada: y se maravilló toda la
tierra en pos de la bestia.
-
Y
adoraron al dragón que había dado la
potestad á la bestia, y adoraron á
la bestia, diciendo: ¿Quién es
semejante á la bestia, y quién podrá
lidiar con ella?
-
Y le fué
dada boca que hablaba grandes cosas
y blasfemias: y le fué dada potencia
de obrar cuarenta y dos meses.
-
Y abrió
su boca en blasfemias contra Dios,
para blasfemar su nombre, y su
tabernáculo, y á los que moran en el
cielo.
-
Y le fué
dado hacer guerra contra los santos,
y vencerlos. También le fué dada
potencia sobre toda tribu y pueblo y
lengua y gente.
-
Y todos
los que moran en la tierra le
adoraron, cuyos nombres no están
escritos en el libro de la vida del
Cordero, el cual fué muerto desde el
principio del mundo.
-
Si
alguno tiene oído, oiga.
-
El que
lleva en cautividad, va en
cautividad: el que á cuchillo
matare, es necesario que á cuchillo
sea muerto. Aquí está la paciencia y
la fe de los santos.
-
Después
vi otra bestia que subía de la
tierra; y tenía dos cuernos
semejantes á los de un cordero, mas
hablaba como un dragón.
-
Y ejerce
todo el poder de la primera bestia
en presencia de ella; y hace á la
tierra y á los moradores de ella
adorar la primera bestia, cuya llaga
de muerte fué curada.
-
Y hace
grandes señales, de tal manera que
aun hace descender fuego del cielo á
la tierra delante de los hombres.
-
Y engaña
á los moradores de la tierra por las
señales que le ha sido dado hacer en
presencia de la bestia, mandando á
los moradores de la tierra que hagan
la imagen de la bestia que tiene la
herida de cuchillo, y vivió.
-
Y le fué
dado que diese espíritu á la imagen
de la bestia, para que la imagen de
la bestia hable; y hará que
cualesquiera que no adoraren la
imagen de la bestia sean muertos.
-
Y hacía
que á todos, á los pequeños y
grandes, ricos y pobres, libres y
siervos, se pusiese una marca en su
mano derecha, ó en sus frentes:
-
Y que
ninguno pudiese comprar ó vender,
sino el que tuviera la señal, ó el
nombre de la bestia, ó el número de
su nombre.
-
Aquí hay
sabiduría. El que tiene
entendimiento, cuente el número de
la bestia; porque es el número de
hombre: y el número de ella,
seiscientos sesenta y seis.
-
Y MIRÉ,
y he aquí, el Cordero estaba sobre
el monte de Sión, y con él ciento
cuarenta y cuatro mil, que tenían el
nombre de su Padre escrito en sus
frentes.
-
Y oí una
voz del cielo como ruido de muchas
aguas, y como sonido de un gran
trueno: y oí una voz de tañedores de
arpas que tañían con sus arpas:
-
Y
cantaban como un cántico nuevo
delante del trono, y delante de los
cuatro animales, y de los ancianos:
y ninguno podía aprender el cántico
sino aquellos ciento cuarenta y
cuatro mil, los cuales fueron
comprados de entre los de la tierra.
-
Estos
son los que con mujeres no fueron
contaminados; porque son vírgenes.
Estos, los que siguen al Cordero por
donde quiera que fuere. Estos fueron
comprados de entre los hombres por
primicias para Dios y para el
Cordero.
-
Y en sus
bocas no ha sido hallado engaño;
porque ellos son sin mácula delante
del trono de Dios.
-
Y vi
otro ángel volar por en medio del
cielo, que tenía el evangelio eterno
para predicarlo á los que moran en
la tierra, y á toda nación y tribu y
lengua y pueblo,
-
Diciendo
en alta voz: Temed á Dios, y dadle
honra; porque la hora de su juicio
es venida; y adorad á aquel que ha
hecho el cielo y la tierra y el mar
y las fuentes de las aguas.
-
Y otro
ángel le siguió, diciendo: Ha caído,
ha caído Babilonia, aquella grande
ciudad, porque ella ha dado á beber
á todas las naciones del vino del
furor de su fornicación.
-
Y el
tercer ángel los siguió, diciendo en
alta voz: Si alguno adora á la
bestia y á su imagen, y toma la
señal en su frente, ó en su mano,
-
Este
también beberá del vino de la ira de
Dios, el cual está echado puro en el
cáliz de su ira; y será atormentado
con fuego y azufre delante de los
santos ángeles, y delante del
Cordero:
-
Y el
humo del tormento de ellos sube para
siempre jamás. Y los que adoran á la
bestia y á su imagen, no tienen
reposo día ni noche, ni cualquiera
que tomare la señal de su nombre.
-
Aquí
está la paciencia de los santos;
aquí están los que guardan los
mandamientos de Dios, y la fe de
Jesús.
-
Y oí una
voz del cielo que me decía: Escribe:
Bienaventurados los muertos que de
aquí adelante mueren en el Señor.
Sí, dice el Espíritu, que
descansarán de sus trabajos; porque
sus obras con ellos siguen.
-
Y miré,
y he aquí una nube blanca; y sobre
la nube uno sentado semejante al
Hijo del hombre, que tenía en su
cabeza una corona de oro, y en su
mano una hoz aguda.
-
Y otro
ángel salió del templo, clamando en
alta voz al que estaba sentado sobre
la nube: Mete tu hoz, y siega;
porque la hora de segar te es
venida, porque la mies de la tierra
está madura.
-
Y el que
estaba sentado sobre la nube echó su
hoz sobre la tierra, y la tierra fué
segada.
-
Y salió
otro ángel del templo que está en el
cielo, teniendo también una hoz
aguda.
-
Y otro
ángel salió del altar, el cual tenía
poder sobre el fuego, y clamó con
gran voz al que tenía la hoz aguda,
diciendo: Mete tu hoz aguda, y
vendimia los racimos de la tierra;
porque están maduras sus uvas.
-
Y el
ángel echó su hoz aguda en la
tierra, y vendimió la viña de la
tierra, y echó la uva en el grande
lagar de la ira de Dios.
-
Y el
lagar fué hollado fuera de la
ciudad, y del lagar salió sangre
hasta los frenos de los caballos por
mil y seiscientos estadios.
-
Y VI
otra señal en el cielo, grande y
admirable, que era siete ángeles que
tenían las siete plagas postreras;
porque en ellas es consumada la ira
de Dios.
-
Y vi así
como un mar de vidrio mezclado con
fuego; y los que habían alcanzado la
victoria de la bestia, y de su
imagen, y de su señal, y del número
de su nombre, estar sobre el mar de
vidrio, teniendo las arpas de Dios.
-
Y cantan
el cántico de Moisés siervo de Dios,
y el cántico del Cordero, diciendo:
Grandes y maravillosas son tus
obras, Señor Dios Todopoderoso;
justos y verdaderos son tus caminos,
Rey de los santos.
-
¿Quién
no te temerá, oh Señor, y
engrandecerá tu nombre? porque tú
sólo eres santo; por lo cual todas
las naciones vendrán, y adorarán
delante de ti, porque tus juicios
son manifestados.
-
Y
después de estas cosas miré, y he
aquí el templo del tabernáculo del
testimonio fué abierto en el cielo;
-
Y
salieron del templo siete ángeles,
que tenían siete plagas, vestidos de
un lino limpio y blanco, y ceñidos
alrededor de los pechos con bandas
de oro.
-
Y uno de
los cuatro animales dió á los siete
ángeles siete copas de oro, llenas
de la ira de Dios, que vive para
siempre jamás.
-
Y fué el
templo lleno de humo por la majestad
de Dios, y por su potencia; y
ninguno podía entrar en el templo,
hasta que fuesen consumadas las
siete plagas de los siete ángeles.
-
Y OI una
gran voz del templo, que decía á los
siete ángeles: Id, y derramad las
siete copas de la ira de Dios sobre
la tierra.
-
Y fue el
primero, y derramó su copa sobre la
tierra; y vino una plaga mala y
dañosa sobre los hombres que tenían
la señal de la bestia, y sobre los
que adoraban su imagen.
-
Y el
segundo ángel derramó su copa sobre
el mar, y se convirtió en sangre
como de un muerto; y toda alma
viviente fué muerta en el mar.
-
Y el
tercer ángel derramó su copa sobre
los ríos, y sobre las fuentes de las
aguas, y se convirtieron en sangre.
-
Y oí al
ángel de las aguas, que decía: Justo
eres tú, oh Señor, que eres y que
eras, el Santo, porque has juzgado
estas cosas:
-
Porque
ellos derramaron la sangre de los
santos y de los profetas, también tú
les has dado á beber sangre; pues lo
merecen.
-
Y oí á
otro del altar, que decía:
Ciertamente, Señor Dios
Todopoderoso, tus juicios son
verdaderos y justos.
-
Y el
cuarto ángel derramó su copa sobre
el sol; y le fué dado quemar á los
hombres con fuego.
-
Y los
hombres se quemaron con el grande
calor, y blasfemaron el nombre de
Dios, que tiene potestad sobre estas
plagas, y no se arrepintieron para
darle gloria.
-
Y el
quinto ángel derramó su copa sobre
la silla de la bestia; y su reino se
hizo tenebroso, y se mordían sus
lenguas de dolor;
-
Y
blasfemaron del Dios del cielo por
sus dolores, y por sus plagas, y no
se arrepintieron de sus obras.
-
Y el
sexto ángel derramó su copa sobre el
gran río Eufrates; y el agua de él
se secó, para que fuese preparado el
camino de los reyes del Oriente.
-
Y vi
salir de la boca del dragón, y de la
boca de la bestia, y de la boca del
falso profeta, tres espíritus
inmundos á manera de ranas:
-
Porque
son espíritus de demonios, que hacen
señales, para ir á los reyes de la
tierra y de todo el mundo, para
congregarlos para la batalla de
aquel gran día del Dios
Todopoderoso.
-
He aquí,
yo vengo como ladrón. Bienaventurado
el que vela, y guarda sus
vestiduras, para que no ande
desnudo, y vean su vergüenza.
-
Y los
congregó en el lugar que en hebreo
se llama Armagedón.
-
Y el
séptimo ángel derramó su copa por el
aire; y salió una grande voz del
templo del cielo, del trono,
diciendo: Hecho es.
-
Entonces
fueron hechos relámpagos y voces y
truenos; y hubo un gran temblor de
tierra, un terremoto tan grande,
cual no fué jamás desde que los
hombres han estado sobre la tierra.
-
Y la
ciudad grande fué partida en tres
partes, y las ciudades de las
naciones cayeron; y la grande
Babilonia vino en memoria delante de
Dios, para darle el cáliz del vino
del furor de su ira.
-
Y toda
isla huyó, y los montes no fueron
hallados.
-
Y cayó
del cielo sobre los hombres un
grande granizo como del peso de un
talento: y los hombres blasfemaron
de Dios por la plaga del granizo;
porque su plaga fué muy grande.
-
Y VINO
uno de los siete ángeles que tenían
las siete copas, y habló conmigo,
diciéndome: Ven acá, y te mostraré
la condenación de la grande ramera,
la cual está sentada sobre muchas
aguas:
-
Con la
cual han fornicado los reyes de la
tierra, y los que moran en la tierra
se han embriagado con el vino de su
fornicación.
-
Y me
llevó en Espíritu al desierto; y vi
una mujer sentada sobre una bestia
bermeja llena de nombres de
blasfemia y que tenía siete cabezas
y diez cuernos.
-
Y la
mujer estaba vestida de púrpura y de
escarlata, y dorada con oro, y
adornada de piedras preciosas y de
perlas, teniendo un cáliz de oro en
su mano lleno de abominaciones y de
la suciedad de su fornicación;
-
Y en su
frente un nombre escrito: MISTERIO,
BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS
FORNICACIONES Y DE LAS ABOMINACIONES
DE LA TIERRA.
-
Y vi la
mujer embriagada de la sangre de los
santos, y de la sangre de los
mártires de Jesús: y cuando la vi,
quedé maravillado de grande
admiración.
-
Y el
ángel me dijo: ¿Por qué te
maravillas? Yo te diré el misterio
de la mujer, y de la bestia que la
trae, la cual tiene siete cabezas y
diez cuernos.
-
La
bestia que has visto, fué, y no es;
y ha de subir del abismo, y ha de ir
á perdición: y los moradores de la
tierra, cuyos nombres no están
escritos en el libro de la vida
desde la fundación del mundo, se
maravillarán viendo la bestia que
era y no es, aunque es.
-
Y aquí
hay mente que tiene sabiduría. Las
siete cabezas son siete montes,
sobre los cuales se asienta la
mujer.
-
Y son
siete reyes. Los cinco son caídos;
el uno es, el otro aun no es venido;
y cuando viniere, es necesario que
dure breve tiempo.
-
Y la
bestia que era, y no es, es también
el octavo, y es de los siete, y va á
perdición.
-
Y los
diez cuernos que has visto, son diez
reyes, que aun no han recibido
reino; mas tomarán potencia por una
hora como reyes con la bestia.
-
Estos
tienen un consejo, y darán su
potencia y autoridad á la bestia.
-
Ellos
pelearán contra el Cordero, y el
Cordero los vencerá, porque es el
Señor de los señores, y el Rey de
los reyes: y los que están con él
son llamados, y elegidos, y fieles.
-
Y él me
dice: Las aguas que has visto donde
la ramera se sienta, son pueblos y
muchedumbres y naciones y lenguas.
-
Y los
diez cuernos que viste en la bestia,
éstos aborrecerán á la ramera, y la
harán desolada y desnuda: y comerán
sus carnes, y la quemarán con fuego:
-
Porque
Dios ha puesto en sus corazones
ejecutar lo que le plugo, y el
ponerse de acuerdo, y dar su reino á
la bestia, hasta que sean cumplidas
las palabras de Dios.
-
Y la
mujer que has visto, es la grande
ciudad que tiene reino sobre los
reyes de la tierra.
-
Y
DESPUÉS de estas cosas vi otro ángel
descender del cielo teniendo grande
potencia; y la tierra fué alumbrada
de su gloria.
-
Y clamó
con fortaleza en alta voz, diciendo:
Caída es, caída es la grande
Babilonia, y es hecha habitación de
demonios, y guarida de todo espíritu
inmundo, y albergue de todas aves
sucias y aborrecibles.
-
Porque
todas las gentes han bebido del vino
del furor de su fornicación; y los
reyes de la tierra han fornicado con
ella, y los mercaderes de la tierra
se han enriquecido de la potencia de
sus deleites.
-
Y oí
otra voz del cielo, que decía: Salid
de ella, pueblo mío, porque no seáis
participantes de sus pecados, y que
no recibáis de sus plagas;
-
Porque
sus pecados han llegado hasta el
cielo, y Dios se ha acordado de sus
maldades.
-
Tornadle
á dar como ella os ha dado, y
pagadle al doble según sus obras; en
el cáliz que ella os dió á beber,
dadle á beber doblado.
-
Cuanto
ella se ha glorificado, y ha estado
en deleites, tanto dadle de tormento
y llanto; porque dice en su corazón:
Yo estoy sentada reina, y no soy
viuda, y no veré llanto.
-
Por lo
cual en un día vendrán sus plagas,
muerte, llanto y hambre, y será
quemada con fuego; porque el Señor
Dios es fuerte, que la juzgará.
-
Y
llorarán y se lamentarán sobre ella
los reyes de la tierra, los cuales
han fornicado con ella y han vivido
en deleites, cuando ellos vieren el
humo de su incendio,
-
Estando
lejos por el temor de su tormento,
diciendo: ¡Ay, ay, de aquella gran
ciudad de Babilonia, aquella fuerte
ciudad; porque en una hora vino tu
juicio!
-
Y los
mercaderes de la tierra lloran y se
lamentan sobre ella, porque ninguno
compra más sus mercaderías:
-
Mercadería de oro, y de plata, y de
piedras preciosas, y de margaritas,
y de lino fino, y de escarlata, y de
seda, y de grana, y de toda madera
olorosa, y de todo vaso de marfil, y
de todo vaso de madera preciosa, y
de cobre, y de hierro, y de mármol;
-
Y
canela, y olores, y ungüentos, y de
incienso, y de vino, y de aceite; y
flor de harina y trigo, y de
bestias, y de ovejas; y de caballos,
y de carros, y de siervos, y de
almas de hombres.
-
Y los
frutos del deseo de tu alma se
apartaron de ti; y todas las cosas
gruesas y excelentes te han faltado,
y nunca más las hallarás.
-
Los
mercaderes de estas cosas, que se
han enriquecido, se pondrán lejos de
ella por el temor de su tormento,
llorando y lamentando,
-
Y
diciendo: ¡Ay, ay, aquella gran
ciudad, que estaba vestida de lino
fino, y de escarlata, y de grana, y
estaba dorada con oro, y adornada de
piedras preciosas y de perlas!
-
Porque
en una hora han sido desoladas
tantas riquezas. Y todo patrón, y
todos los que viajan en naves, y
marineros, y todos los que trabajan
en el mar, se estuvieron lejos;
-
Y viendo
el humo de su incendio, dieron
voces, diciendo: ¿Qué ciudad era
semejante á esta gran ciudad?
-
Y
echaron polvo sobre sus cabezas; y
dieron voces, llorando y lamentando,
diciendo: ¡Ay, ay, de aquella gran
ciudad, en la cual todos los que
tenían navíos en la mar se habían
enriquecido de sus riquezas; que en
una hora ha sido desolada!
-
Alégrate
sobre ella, cielo, y vosotros,
santos, apóstoles, y profetas;
porque Dios ha vengado vuestra causa
en ella.
-
Y un
ángel fuerte tomó una piedra como
una grande piedra de molino, y la
echó en la mar, diciendo: Con tanto
ímpetu será derribada Babilonia,
aquella grande ciudad, y nunca jamás
será hallada.
-
Y voz de
tañedores de arpas, y de músicos, y
de tañedores de flautas y de
trompetas, no será más oída en ti; y
todo artífice de cualquier oficio,
no será más hallado en ti; y el
sonido de muela no será más en ti
oído:
-
Y luz de
antorcha no alumbrará más en ti; y
voz de esposo ni de esposa no será
más en ti oída; porque tus
mercaderes eran los magnates de la
tierra; porque en tus hechicerías
todas las gentes han errado.
-
Y en
ella fue hallada la sangre de los
profetas y de los santos, y de todos
los que han sido muertos en la
tierra.
-
DESPUÉS
de estas cosas oí una gran voz de
gran compañía en el cielo, que
decía: Aleluya: Salvación y honra y
gloria y potencia al Señor Dios
nuestro
-
Porque
sus juicios son verdaderos y justos;
porque él ha juzgado á la grande
ramera, que ha corrompido la tierra
con su fornicación, y ha vengado la
sangre de sus siervos de la mano de
ella.
-
Y otra
vez dijeron: Aleluya. Y su humo
subió para siempre jamás.
-
Y los
veinticuatro ancianos y los cuatro
animales se postraron en tierra, y
adoraron á Dios que estaba sentado
sobre el trono, diciendo: Amén:
Aleluya.
-
Y salió
una voz del trono, que decía: Load á
nuestro Dios todos sus siervos, y
los que le teméis, así pequeños como
grandes.
-
Y oí
como la voz de una grande compañía,
y como el ruido de muchas aguas, y
como la voz de grandes truenos, que
decía: Aleluya: porque reinó el
Señor nuestro Dios Todopoderoso.
-
Gocémonos y alegrémonos y démosle
gloria; porque son venidas las bodas
del Cordero, y su esposa se ha
aparejado.
-
Y le fué
dado que se vista de lino fino,
limpio y brillante: porque el lino
fino son las justificaciones de los
santos.
-
Y él me
dice: Escribe: Bienaventurados los
que son llamados á la cena del
Cordero. Y me dijo: Estas palabras
de Dios son verdaderas.
-
Y yo me
eché á sus pies para adorarle. Y él
me dijo: Mira que no lo hagas: yo
soy siervo contigo, y con tus
hermanos que tienen el testimonio de
Jesús: adora á Dios; porque el
testimonio de Jesús es el espíritu
de la profecía.
-
Y vi el
cielo abierto; y he aquí un caballo
blanco, y el que estaba sentado
sobre él, era llamado Fiel y
Verdadero, el cual con justicia
juzga y pelea.
-
Y sus
ojos eran como llama de fuego, y
había en su cabeza muchas diademas;
y tenía un nombre escrito que
ninguno entendía sino él mismo.
-
Y estaba
vestido de una ropa teñida en
sangre: y su nombre es llamado EL
VERBO DE DIOS.
-
Y los
ejércitos que están en el cielo le
seguían en caballos blancos,
vestidos de lino finísimo, blanco y
limpio.
-
Y de su
boca sale una espada aguda, para
herir con ella las gentes: y él los
regirá con vara de hierro; y él pisa
el lagar del vino del furor, y de la
ira del Dios Todopoderoso.
-
Y en su
vestidura y en su muslo tiene
escrito este nombre: REY DE REYES Y
SEñOR DE SEñORES.
-
Y vi un
ángel que estaba en el sol, y clamó
con gran voz, diciendo á todas las
aves que volaban por medio del
cielo: Venid, y congregaos á la cena
del gran Dios,
-
Para que
comáis carnes de reyes, y de
capitanes, y carnes de fuertes, y
carnes de caballos, y de los que
están sentados sobre ellos; y carnes
de todos, libres y siervos, de
pequeños y de grandes
-
Y vi la
bestia, y los reyes de la tierra y
sus ejércitos, congregados para
hacer guerra contra el que estaba
sentado sobre el caballo, y contra
su ejército.
-
Y la
bestia fué presa, y con ella el
falso profeta que había hecho las
señales delante de ella, con las
cuales había engañado á los que
tomaron la señal de la bestia, y
habían adorado su imagen. Estos dos
fueron lanzados vivos dentro de un
lago de fuego ardiendo en azufre.
-
Y los
otros fueron muertos con la espada
que salía de la boca del que estaba
sentado sobre el caballo, y todas
las aves fueron hartas de las carnes
de ellos.
-
Y VI un
ángel descender del cielo, que tenía
la llave del abismo, y una grande
cadena en su mano.
-
Y
prendió al dragón, aquella serpiente
antigua, que es el Diablo y Satanás,
y le ató por mil años;
-
Y
arrojólo al abismo, y le encerró, y
selló sobre él, porque no engañe más
á las naciones, hasta que mil años
sean cumplidos: y después de esto es
necesario que sea desatado un poco
de tiempo.
-
Y vi
tronos, y se sentaron sobre ellos, y
les fué dado juicio; y vi las almas
de los degollados por el testimonio
de Jesús, y por la palabra de Dios,
y que no habían adorado la bestia,
ni á su imagen, y que no recibieron
la señal en sus frentes, ni en sus
manos, y vivieron y reinaron con
Cristo mil años.
-
Mas los
otros muertos no tornaron á vivir
hasta que sean cumplidos mil años.
Esta es la primera resurrección.
-
Bienaventurado y santo el que tiene
parte en la primera resurrección; la
segunda muerte no tiene potestad en
éstos; antes serán sacerdotes de
Dios y de Cristo, y reinarán con él
mil años.
-
Y cuando
los mil años fueren cumplidos,
Satanás será suelto de su prisión,
-
Y saldrá
para engañar las naciones que están
sobre los cuatro ángulos de la
tierra, á Gog y á Magog, á fin de
congregarlos para la batalla; el
número de los cuales es como la
arena del mar.
-
Y
subieron sobre la anchura de la
tierra, y circundaron el campo de
los santos, y la ciudad amada: y de
Dios descendió fuego del cielo, y
los devoró.
-
Y el
diablo que los engañaba, fué lanzado
en el lago de fuego y azufre, donde
está la bestia y el falso profeta; y
serán atormentados día y noche para
siempre jamás.
-
Y vi un
gran trono blanco y al que estaba
sentado sobre él, de delante del
cual huyó la tierra y el cielo; y no
fué hallado el lugar de ellos.
-
Y vi los
muertos, grandes y pequeños, que
estaban delante de Dios; y los
libros fueron abiertos: y otro libro
fué abierto, el cual es de la vida:
y fueron juzgados los muertos por
las cosas que estaban escritas en
los libros, según sus obras.
-
Y el mar
dió los muertos que estaban en él; y
la muerte y el infierno dieron los
muertos que estaban en ellos; y fué
hecho juicio de cada uno según sus
obras.
-
Y el
infierno y la muerte fueron lanzados
en el lago de fuego. Esta es la
muerte segunda.
-
Y el que
no fué hallado escrito en el libro
de la vida, fué lanzado en el lago
de fuego.
-
Y VI un
cielo nuevo, y una tierra nueva:
porque el primer cielo y la primera
tierra se fueron, y el mar ya no es.
-
Y yo
Juan vi la santa ciudad, Jerusalem
nueva, que descendía del cielo, de
Dios, dispuesta como una esposa
ataviada para su marido.
-
Y oí una
gran voz del cielo que decía: He
aquí el tabernáculo de Dios con los
hombres, y morará con ellos; y ellos
serán su pueblo, y el mismo Dios
será su Dios con ellos.
-
Y
limpiará Dios toda lágrima de los
ojos de ellos; y la muerte no será
más; y no habrá más llanto, ni
clamor, ni dolor: porque las
primeras cosas son pasadas.
-
Y el que
estaba sentado en el trono dijo: He
aquí, yo hago nuevas todas las
cosas. Y me dijo: Escribe; porque
estas palabras son fieles y
verdaderas.
-
Y
díjome: Hecho es. Yo soy Alpha y
Omega, el principio y el fin. Al que
tuviere sed, yo le daré de la fuente
del agua de vida gratuitamente.
-
El que
venciere, poseerá todas las cosas; y
yo seré su Dios, y él será mi hijo.
-
Mas á
los temerosos é incrédulos, á los
abominables y homicidas, á los
fornicarios y hechiceros, y á los
idólatras, y á todos los mentirosos,
su parte será en el lago ardiendo
con fuego y azufre, que es la muerte
segunda.
-
Y vino á
mí uno de los siete ángeles que
tenían las siete copas llenas de las
siete postreras plagas, y habló
conmigo, diciendo: Ven acá, yo te
mostraré la esposa, mujer del
Cordero.
-
Y
llevóme en Espíritu á un grande y
alto monte, y me mostró la grande
ciudad santa de Jerusalem, que
descendía del cielo de Dios,
-
Teniendo
la claridad de Dios: y su luz era
semejante á una piedra preciosísima,
como piedra de jaspe,
resplandeciente como cristal.
-
Y tenía
un muro grande y alto con doce
puertas; y en las puertas, doce
ángeles, y nombres escritos, que son
los de las doce tribus de los hijos
de Israel.
-
Al
oriente tres puertas; al norte tres
puertas; al mediodiá tres puertas;
al poniente tres puertas.
-
Y el
muro de la ciudad tenía doce
fundamentos, y en ellos los doce
nombres de los doce apóstoles del
Cordero.
-
Y el que
hablaba conmigo, tenía una medida de
una caña de oro para medir la
ciudad, y sus puertas, y su muro.
-
Y la
ciudad está situada y puesta en
cuadro, y su largura es tanta como
su anchura: y él midió la ciudad con
la caña, doce mil estadios: la
largura y la altura y la anchura de
ella son iguales.
-
Y midió
su muro, ciento cuarenta y cuatro
codos, de medida de hombre, la cual
es del ángel.
-
Y el
material de su muro era de jaspe:
mas la ciudad era de oro puro,
semejante al vidrio limpio.
-
Y los
fundamentos del muro de la ciudad
estaban adornados de toda piedra
preciosa. El primer fundamento era
jaspe; el segundo, zafiro; el
tercero, calcedonia; el cuarto,
esmeralda;
-
El
quinto, sardónica; el sexto, sardio;
el séptimo, crisólito; el octavo,
berilo; el nono, topacio; el décimo,
crisopraso; el undécimo, jacinto; el
duodécimo, amatista.
-
Y las
doce puertas eran doce perlas, en
cada una, una; cada puerta era de
una perla. Y la plaza de la ciudad
era de oro puro como vidrio
trasparente.
-
Y no vi
en ella templo; porque el Señor Dios
Todopoderoso es el templo de ella, y
el Cordero.
-
Y la
ciudad no tenía necesidad de sol, ni
de luna, para que resplandezcan en
ella: porque la claridad de Dios la
iluminó, y el Cordero era su
lumbrera.
-
Y las
naciones que hubieren sido salvas
andarán en la lumbre de ella: y los
reyes de la tierra traerán su gloria
y honor á ella
-
Y sus
puertas nunca serán cerradas de día,
porque allí no habrá noche.
-
Y
llevarán la gloria y la honra de las
naciones á ella.
-
No
entrará en ella ninguna cosa sucia,
ó que hace abominación y mentira;
sino solamente los que están
escritos en el libro de la vida del
Cordero.
-
DESPUÉS
me mostró un río limpio de agua de
vida, resplandeciente como cristal,
que salía del trono de Dios y del
Cordero.
-
En el
medio de la plaza de ella, y de la
una y de la otra parte del río,
estaba el árbol de la vida, que
lleva doce frutos, dando cada mes su
fruto: y las hojas del árbol eran
para la sanidad de las naciones.
-
Y no
habrá más maldición; sino que el
trono de Dios y del Cordero estará
en ella, y sus siervos le servirán.
-
Y verán
su cara; y su nombre estará en sus
frentes.
-
Y allí
no habrá más noche; y no tienen
necesidad de lumbre de antorcha, ni
de lumbre de sol: porque el Señor
Dios los alumbrará: y reinarán para
siempre jamás.
-
Y me
dijo: Estas palabras son fieles y
verdaderas. Y el Señor Dios de los
santos profetas ha enviado su ángel,
para mostrar á sus siervos las cosas
que es necesario que sean hechas
presto.
-
Y he
aquí, vengo presto. Bienaventurado
el que guarda las palabras de la
profecía de este libro.
-
Yo Juan
soy el que ha oído y visto estas
cosas. Y después que hube oído y
visto, me postré para adorar delante
de los pies del ángel que me
mostraba estas cosas.
-
Y él me
dijo: Mira que no lo hagas: porque
yo soy siervo contigo, y con tus
hermanos los profetas, y con los que
guardan las palabras de este libro.
Adora á Dios.
-
Y me
dijo: No selles las palabras de la
profecía de este libro; porque el
tiempo está cerca.
-
El que
es injusto, sea injusto todavía: y
el que es sucio, ensúciese todavía:
y el que es justo, sea todavía
justificado: y el santo sea
santificado todavía.
-
Y he
aquí, yo vengo presto, y mi galardón
conmigo, para recompensar á cada uno
según fuere su obra.
-
Yo soy
Alpha y Omega, principio y fin, el
primero y el postrero.
-
Bienaventurados los que guardan sus
mandamientos, para que su potencia
sea en el árbol de la vida, y que
entren por las puertas en la ciudad.
-
Mas los
perros estarán fuera, y los
hechiceros, y los disolutos, y los
homicidas, y los idólatras, y
cualquiera que ama y hace mentira.
-
Yo Jesús
he enviado mi ángel para daros
testimonio de estas cosas en las
iglesias. Yo soy la raíz y el linaje
de David, la estrella
resplandeciente, y de la mañana.
-
Y el
Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y
el que oye, diga: Ven. Y el que
tiene sed, venga: y el que quiere,
tome del agua de la vida de balde.
-
Porque
yo protesto á cualquiera que oye las
palabras de la profecía de este
libro: Si alguno añadiere á estas
cosas, Dios pondrá sobre él las
plagas que están escritas en este
libro.
-
Y si
alguno quitare de las palabras del
libro de esta profecía, Dios quitará
su parte del libro de la vida, y de
la santa ciudad, y de las cosas que
están escritas en este libro.
-
El que
da testimonio de estas cosas, dice:
Ciertamente, vengo en breve. Amén,
sea así. Ven: Señor Jesús.
-
La
gracia de nuestro Señor Jesucristo
sea con todos vosotros. Amén.
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